Las líneas adicionales o líneas auxiliares son unos signos que se usan en notación musical para representar las alturas correspondientes a notas que, por ser muy agudas o muy graves, no caben dentro de las cinco líneas y cuatro espacios del pentagrama regular; y por tanto, deben representarse por encima o por debajo de éste. Un pentagrama tiene una capacidad máxima para escribir once notas: cinco en las líneas, cuatro en los espacios interiores y dos notas más situadas justo por encima y por debajo del pentagrama.
Una muestra temprana de su uso se puede ver en la pieza “Recerchari motetti canzoni” para órgano escrita por Marco Antonio Cavazzoni en 1523. La utilización excesiva de las líneas adicionales puede entrañar una dificultad añadida a la hora de leer las notas.
Por otra parte, las notas con más de tres o cuatro líneas adicionales por encima o por debajo del pentagrama se suelen considerar difíciles de leer. Así pues, cuando en un pasaje hay un elevado número de líneas adicionales o bien se han incluido demasiadas notas que requieran más de tres líneas adicionales, se pueden emplear ciertos recursos para reducir la cantidad de líneas adicionales para facilitar la lectura. Se puede efectuar un cambio de clave o aplicar la notación octavada, que mediante el uso de los símbolos de octava superior 8.ª (ottava alta) o inferior 8vb o bien 8.ª bassa1 (ottava bassa) que indican que la nota real suena una octava por encima o por debajo respectivamente respecto a la nota escrita. Estos símbolos que señalan la notación a distancia de octava es 8.ª o 8vb van seguidos de una línea de puntos horizontal y dejan de tener efecto cuando aparecen dos líneas formando un ángulo recto que marcan el final del pasaje octavado. A veces se señala la vuelta a la escritura normal mediante el término loco. Algunos instrumentos transpositores, como el flautín, el contrabajo, la guitarra y la voz de tenor se transponen a la octava para evitar las líneas adicionales.
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